Juan Carlos Toledo participó como periodista en la cobertura del Cordobazo y nos cuenta cómo vivió ese día. Además, da algunos consejos a los periodistas del futuro.
Por Micaela Nuñez, Julieta Santo y Romina Sayago, estudiantes FCC.
Juan Carlos “Cabrito” Toledo se retiró de la profesión hace unos años. Sus inicios fueron en el diario Los Principios, donde sin saber lo que era la prensa gráfica, comenzó a descubrir un mundo nuevo. “Me enamoré del olor a tinta, del olor a plomo, de la velocidad de la máquina de imprimir, elementos que me cautivaron”, dice. A partir de allí, asegura que no pudo abandonar el periodismo.
Sin embargo, afirma que hoy se viven tiempos diferentes. “Tengo miedo que el gran alcance de los medios de comunicación nos convierta en periodistas de culo sentado”.
Toledo no se imagina cubriendo un hecho con celular, y defiende las herramientas que lo acompañan por siempre: lápiz, papel, grabador y mente. “Tengo enormes deseos de volver a trabajar”, agrega. A lo largo de su relato entrelaza numerosas experiencias que demuestran su pasión por la profesión.
El Cordobazo
En 1969, Juan Carlos tenía 27. Ese 29 de mayo, Córdoba “amaneció azul”, lleno de policías que provenían del interior. Su rutina comenzaba a las siete de la mañana en la radio LV2. Allí, estaba prohibido mencionar que había huelga, así como también nombrar a Agustín Tosco. “Cabrito” deseaba cubrir los acontecimientos desde la calle. “Firmame un papel”, le pidió a un superior para poder ir al lugar de los hechos. “El periodismo está en la calle”, remarca.
En ese momento también trabajaba para Los Principios. Con sus colegas se recluyó en el edificio del diario durante los acontecimientos, principalmente durante la noche, plagada de francotiradores. Recién el 30 por la mañana se pudo controlar la situación.
Toledo recuerda que a medida que pasaban las horas, la comida se iba acabando y un compañero abrió la puerta y le gritó a la policía. Eso les valió el corte del agua y la luz
en el edificio. Sin embargo, no impidió que redactaran todo lo vivido. Días después, sus jefes los trataron de subversivos.
Ese día y los que siguieron estuvieron repletos de hazañas; desde usar el baño de una casa como laboratorio de revelado, hasta correr en la oscuridad con disparos de fondo. La gente salía de sus hogares para ayudar a los periodistas con agua y toallas limpias.
Durante tres días, Juan Carlos no volvió a su casa. Fue testigo de la más cruda violencia. Veía cómo trasladaban a los heridos y trataba de protegerse bajo los árboles. Relata que muchos colegas estaban asustados y escapaban a sus casas. “Se trabajaba en caliente”, cuenta. Y agrega: “Era una inconsciencia de la que después me di cuenta”.
–¿Qué consejo le daría a los futuros periodistas para cubrir un evento de tal magnitud como el Cordobazo?
-Les desearía que tengan la fortuna que tuve yo de ser testimonio de un hecho histórico. Ahora tenés que luchar con las empresas, que no les interesa el periodismo. Yo creo que el periodista debe seguir luchando para estar presente. Tiene que estar en la calle. Yo sostengo que con o sin los instrumentos modernos de comunicación el periodismo tiene que estar en el lugar de lucha. Entonces se va a hacer creíble y la gente va a volver al diario. El diario no va a desaparecer.
Si de enfrentarse a situaciones extremas se trata, Juan Carlos recuerda a colega que le decía: “Hay que dejar la vida por el lector”. Cabrito asiente y afirma: “uno lo hace, inconscientemente”.