Los socios de Mercurio Disquería Córdoba, promotores del trabajo horizontal, de la profesionalización del artista y del amor a la música.

Por Lucía Céspedes, egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

“¿Cómo será abrir una disquería en 2012?” se preguntó un grupo de amigos una tarde en Buenos Aires, “y así comenzó la aventura”. Un par de años después, otros amigos, esta vez en Córdoba, se hacían la misma pregunta. “Teníamos una idea de armar una tienda digital para artistas que no podían comercializar sus obras o no sabían cómo hacerlo”, cuenta Leonardo Martín (31) diseñador gráfico y uno de los fundadores del proyecto cordobés. “Nos contactamos con Mercurio y nos dijeron ‘de una, háganlo, hagan base en Córdoba’. La franquicia que tenemos es copyleft, esto significa que para hacer uso de la marca solamente tenemos que respetar ciertas líneas. Pero si no salía, igual íbamos a poner una disquería”, concluye convencido.

Y así Mercurio entró en la órbita del indie cordobés. Hoy ofrecen material de más de 600 artistas locales y nacionales, un inventario donde reina la diversidad. “No ponemos límites en los géneros musicales, estamos abiertos a recibir a todos los artistas. Lo que más tenemos es rock y pop, también muchos cantautores. Hemos sumado folklore y heavy metal, y estaría piolísimo que más bandas se acerquen”, invita Francisco Flores Zega (25) músico y estudiante de Historia, miembro del equipo desde 2015.

El grupo se completa con Lucía Villalonga (24) productora y estudiante de Comunicación Social y Jorge Charras (28) periodista. Trabajan en sociedad, distribuyen tareas de acuerdo a los aportes que cada uno trae al proyecto, y según su disponibilidad. “Una dificultad que tenemos es que, entre trabajo y estudios, no podemos dedicarle el 100% de nuestro tiempo a la disque”, comenta Francisco. “Pero es la idea, tratar de que a futuro nos permita sostenernos económicamente y crecer. Somos jóvenes, el 5 de junio recién cumplimos dos años”.

-¿Qué otros proyectos tienen en mente?

-Actualmente estamos produciendo el ciclo “Desde el sillón”, en el bar Dadá Mini. Queremos fortalecer esa pata, la de la producción, articulando con otros generadores de movida cultural. Que las bandas nos traigan sus discos nos hace una especie de lugar de reunión, y nos gustaría obrar como referencia para que confluyan las fuerzas de toda esta movida. Esperamos poder abrir nuestra puerta para hacer festivales, ciclos de música, muestras de arte, de tapas de discos…

Discos Mercurio es la prueba de que el disco, ese objeto de culto, está vivo, aún en estos tiempos digitales. “Los discos enarbolan conceptos”, dispara Francisco. Para él, el disco tiene que ver con el arte en sí, y trasciende a la música. Para el consumidor, representa una extensión de la obra que admira, y genera una complicidad con el artista: “tengo tu disco, yo te banco”. Por eso, Francisco considera que en el circuito independiente se compran más discos que en el circuito comercial tradicional. Asimismo, editar su material en formato físico trae beneficios legales, respaldo, acceso a derechos y remuneración para el músico. “Se está laburando mucho en eso, en informar a los músicos y en fomentar la idea de que esto es un trabajo y tiene que ser protegido y remunerado”, agrega.

-En la disquería hay CDs, vinilos y hasta cassettes; libros relacionados con la música, de editoriales independientes, y algunas prendas de diseñadores independientes. ¿Qué significa, entonces, que un artista sea “independiente”?

-Principalmente que trabaje fuera de las grandes discográficas. Eso sería, no estar atado a las lógicas de una empresa multinacional que se queda con parte del ingreso y busca incidir en el producto musical. Esto da libertad de poder manejar su arte sin pensar tanto en el mercado, si bien el artista que vive de esto o al menos trata de hacerlo también tiene un ojo puesto ahí. Mantenerse al margen de los grandes sellos implica un esfuerzo extra monetario, muchas veces poniendo plata de su bolsillo para que el disco salga. También está el problema de la difusión, y de dónde ubicar su trabajo. Lo bueno es que la música arrastra mucha gente: diseñadores, productores, dueños de locales, que se retroalimentan. En Buenos Aires o La Plata este circuito está bastante consolidado. Acá en Córdoba y en Rosario se están formando escenas con bandas buenas, productos de mucha calidad y que aspiran a la profesionalización.

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Mercurio Disquería Córdoba, Gral. Belgrano 1011, Güemes; de martes a sábado de 18 a 22hs.