Eduardo Risso, co-creador de la serie 100 balas, dialogó con Qué Portal sobre los mercados del cómic, sus nuevos proyectos y opinó sobre Art Spigelman.
Por Mirco Sartore. Estudiante ECI-UNC.
Eduardo Risso charla alegremente en un círculo de seis personas en el hall principal del Centro Cultural España Córdoba. El co-creador de 100 balas (aquella fantástica odisea de 100 números que nos paseaba por todos los rincones del género negro) vino a dar una charla sobre su trayectoria profesional en el marco del primer festival Docta Cómics, celebrado en honor a Diego Cortés, creador de la editorial Llanto de Mudo, fallecido en agosto.
Nacido en Leones, una localidad al sudeste de Córdoba, hace 55 años, Risso forma parte de un grupo privilegiado de artistas -tanto dibujantes como guionistas- que han hecho historia en el mercado americano. Su obra, 100 balas, conforma uno de los cinco grandes cómics de la línea Vértigo, junto con The Sandman de Neil Gaiman, Preacher de Garth Ennis, Y the last man, de Brian K. Vaunghan y Fábulas de Bill Willingham y Mark Buckingham.
Le pido unos minutos para la entrevista y Risso responde que la hagamos ahora, ya que después estará ocupado con las firmas y dibujos que le pedirán los fanáticos.
Tierras americanas
“El mercado americano es muy dinámico, lo que no quiere decir que le vaya muy bien dentro de ese dinamismo”, comenta el historietista. ¿Por qué? “A mí entender los superhéroes están como un poco desgastados, son 70 años de hacer siempre lo mismo. Tenés que renovar de alguna manera ese espíritu del superhéroe. Salir con algo nuevo. A mí el superhéroe no me emociona, no me gusta; entonces, allá ellos con los superhéroes”, descarga.
Por estos días, Risso comienza un nuevo proyecto independiente junto con Brian Azzarello, para Image, la editorial que se planta como la sucesora espiritual de Vértigo. Para el autor esto significa ir por fuera de las editoriales grandes: “No sé cuanto vamos a hacer, todo depende de la aceptación que tenga en el público. Si vende, tal vez hagamos una serie relativamente larga, pero ninguno de los dos está convencido de que eso valga la pena. Vamos a ver”, aclara.
Una canción de amor a lo urbano
Su gran historia -al menos hasta hoy- es 100 balas. Al respecto, el otrora analista de la revista Zona Negativa, José Torralba, la describe así: “Un cómic de argumento sobresaliente, con una potente carga expresiva en su dibujo y un argumento repleto de ritmo, intriga y tensiones psicológicas. Un retrato social descarnado; una canción de amor a lo urbano. Un puzzle magnífico y una historia absorbente para una obra que podría definirse en dos palabras: diferente y moderna”.
Los pájaros cantan por encima de nosotros, sobre los viejos y verdes árboles del patio del Centro Cultural y Risso explica: “Sí tengo predilección por el género negro, pero no quiere decir que quede atado a eso. Rechacé algún que otro proyecto para seguir haciendo más que lo mismo. Me interesa cambiar, cada tanto cambiar. 100 balas es una serie que me ha dado un reconocimiento y un prestigio que no lo había tenido antes, pero fueron diez años de trabajo. Quiero hacer otra cosa diferente, por más que eso haga que no se vea mejor mi trabajo o por más que se vea una involución en mi carrera; un artista necesita del cambio.”
Disputa entre grandes
-¿Cómo ve usted el trabajo de grandes innovadores del medio como Art Spiegelman o Chris Ware?
-Yo no considero un gran innovador a Spiegelman.
-¿Podría ser más específico?
-De hecho, no me parece que pertenece a nuestro rubro, si se quiere. Coincido en que ha hecho una obra estupenda, pero es el tipo que ganó un Pulitzer, nada más. No hizo otra cosa. Contame qué otra obra vos conocés de Spiegelman, además de Maus.
–Sin la sombra de las torres…
-¿Y cómo le fue?
-No fue lo mismo que Maus.
-O sea, Maus fue una obra fantástica, rompió con un molde, le dieron un premio Pulitzer y de ahí en más Spiegelman… (hace sonidos de exclamación).
-Le hicieron una nota en la Revista Ñ, hace poco.
-Sí, bueno, porque estuvo con Comicópolis. Está todo bien, pero en el mundo del cómic tenemos grandes maestros y Spiegelman dibuja así porque evidentemente no puede dibujar mejor. No jodamos. Ha escrito una gran obra.
-Es mejor escritor que dibujante…
-Claro. Por decirte, no es un gran dibujante por ejemplo, pero lo rescato a Frank Miller. No es un gran dibujante, pero es un gran escritor, muy buen narrador, y compone como la puta madre. Entonces, Spiegelman está en un menor escalón.
-¿Y quiénes serían grandes innovadores para usted? ¿Chris Ware? Han llamado a Jimmy Corrigan el Ulises del cómic.
-No lo sé, tampoco soy un gran analista de eso. Yo disfruto de los cómics.
Nuestras pampas
“Veo viva a la industria argentina –responde consultado sobre el mercado local-. Después de mucho tiempo que estuvo estancada. Me parece como que se ha renovado nuevamente. Creo que el nuevo gran desafío que se nos plantea es cómo generar una demanda para toda la oferta que hay”.
Pasados casi veinte minutos de charla, el dibujante de Parque Chas da unos consejos para los dibujantes y guionistas de cómic: “Me parece que es importante alimentarse de otras ramas. De los cómics uno saca algunas cuestiones, pero no todo. En mi caso, por ejemplo, quien me impulsó a hacer cambios fue el cine, que va muy de la mano con los cómics. Algunos directores en particular, como Spielberg, por ejemplo”.
-¿Qué le diría a las nuevas generaciones de artistas?
-Primero que lo sientan apasionadamente, porque eso hace que vayas hacia adelante y no zozobres ante el primer traspié que tengas. No hay camino de rosas en ninguna profesión, pero si te gusta, dale para adelante… ¿Quién te lo puede impedir? También es importante la preparación, porque hoy las puertas de mundo están abiertas, pero tenés una competencia muy grande. Ésta es una profesión tan linda que si querés no te jubilás nunca. Podés dibujar hasta que estés a punto de estirar la pata; pero tenés que sentirla.
Bueno, ¿qué hora es? Yo tengo la charla.