A través de la iniciativa “casa, escuela, patio” jóvenes de Barrio Müller y alrededores intentan cambiar la situación cotidiana de arrestos arbitrarios por “portación de rostro” y consumo de drogas  a partir de talleres de oficios.

Por Casandra Quevedo, estudiante ECI.

Cuando el padre Mariano Oberlín llegó al barrio notó que la problemática juvenil había tomado un gran auge: consumo de drogas, arrestos arbitrarios y deserción escolar. Junto a Pablo Pires, Martín Díaz, y Marcelo Giovannini propulsaron un espacio, llamado Centro Preventivos Locales de Adicciones (CePLA), donde los jóvenes no solo fueran a aprender un oficio de forma continua, sino también tuvieran contención. Cada uno de ellos cumple una función específica dentro de los talleres que se dictan y su gestión.

Oberlín, sacerdote de la parroquia de Barrio Müller y promotor de los talleres de oficios cuenta que los jóvenes del barrio y sus familias toman los arrestos arbitrarios como algo habitual: “Ellos lo padecen todos los días. Hay chicos que salen del barrio y los arrestan en San Vicente. Los detienen por “portación de rostro”. No hay otro motivo. Soy consciente de que muchos chicos andan delinquiendo, pero tengo la sensación de que a ellos no los levantan. Creo que los chicos están esperando una oportunidad.”

En este sentido, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), considera  que en Argentina una de las formas de discriminación más común que se internaliza dentro de la subjetividad social y colectiva es por el aspecto físico: en la calle (en un 70%) y en las comisarías (en un 69%).

Ser el cambio que se quiere ver

“Trabajamos muchísimo. Compramos una casita en barrio San Martín y la fuimos reciclando para venderla porque en realidad queríamos comprar unos galpones que eran demasiado caros. Finalmente se dio. Ahora se está construyendo un edificio sobre el terreno”, agrega Mariano.

El edificio nuevo será de dos pisos, contará  en la planta baja con un gimnasio, radio, estudio de grabación, consultorios médicos y psicológicos y  administración.  En la planta alta se construirá un departamento para el cuidador, un aula común, un aula de computación y un salón multiuso con sala de cine y juegos. Se realizará una cocina y en la terraza una cancha de fútbol 5. También se están poniendo en condiciones las canchas deportivas.

Los talleres de formación para adolescentes y jóvenes son más de 20, de los cuales los de oficios son la mitad (carpintería, herrería, colocación de durlock, plomería, electricidad, soldadura en arco, peluquería y panadería, entre otros). Pero según Marcelo Giovaninni, coordinador de los talleres, “la intención al principio era ofrecer una formación básica en herrería y carpintería, es decir, una salida laboral inmediata a aquellos jóvenes que incurrían en el tráfico de sustancias o el robo para sostener sus economías familiares, dejando los estudios y poniendo en riesgo real sus vidas.”

El espacio de los talleres tiene el nombre de CePLA, y se generó por parte del organismo responsable de coordinar las políticas nacionales de lucha contra las adicciones, SEDRONAR. Los valores que sostiene esta organización son los de: casa (lugar de acogimiento), escuela (espacio de aprendizaje) y patio (zona de disfrute con amigos).

Giovaninni cuenta que los talleres pasaron de ser un simple espacio donde se hacía lo que podía para enseñarle a los jóvenes a ganar algo de dinero de manera honesta, a convertirse en un dispositivo de capacitación que hoy le exige a los participantes un alto nivel de compromiso y de trabajo para lograr una mejor formación y como consecuencia, mayores oportunidades de trabajo para ellos. Esto se logró al contar con los recursos necesarios (brindados por el programa provincial “Confiamos en Vos”, el Gobierno Nacional y el Ministerio de Trabajo) y un grupo de profesionales capacitados que evalúan el proceso que va realizando el joven a lo largo de la formación y las prácticas laborales por lo que si es necesario lo ayudan, contienen, o acompañan en cada una de las fases.

Lo que se siembra se cosecha 

Para los involucrados, la generación de talleres y oportunidades  influyó en la vida de los jóvenes, contribuyendo a su vez en su crecimiento.  Si bien muchos abandonaron en el transcurso, algo en cada uno se sembró. El padre Mariano hace referencia a los casos de los jóvenes que aprovecharon fructíferamente la oportunidad: “Hay muchos chicos que se engancharon y empezaron a hacer cosas para vender, algunos hasta están trabajando de eso. Siguen en contacto para encontrar espacios de formación. También desde el gobierno se le dan becas y se generan programas de integración con empresas. Muchos se desaniman porque muchas veces, por portación de rostro, por el domicilio y otras cosas no los quieren tomar. Pero lo que intentamos es que tengan la posibilidad de conseguir trabajo y si les sucede eso, buscamos otras alternativas.”

Un caso puntual es el de Jonathan Páez, uno de los primeros jóvenes que se acercó a los talleres para aprender un oficio y así ganarse el pan honestamente. Al culminar el curso de herrería pasó a formar parte de bases de datos de búsqueda laboral a través de las cuales pudo acceder a una práctica laboral rentada. Actualmente es docente del Programa “Confiamos en Vos”, además de ser Coordinador responsable de Mantenimiento del CePLA, o “los Galpones”, como les llaman en el barrio.

Así como él, muchos otros jóvenes fueron haciendo su camino y hoy están realizando sus primeras prácticas laborales. Si ellos se dieron la oportunidad ¿no es momento que la ciudadanía se ponga en su lugar y también se las ofrezca?

Ver información relacionada

Por la problemática de las adicciones Juan Carlos Molina recorrió Córdoba

El jefe de policía y el ministro de Gobierno y Seguridad visitaron al sacerdote Mariano Oberlín