Liliana Bodoc presentó la conferencia “Niños, escritores y mediadores”, en el marco del Plan Provincial de lectura y educación en lenguajes y comunicación.
Por Ana Belén Jara, egresada ECI.
Alrededor de 80 docentes y bibliotecarios de la provincia asistieron a la charla brindada por la autora santafesina el pasado 19 de Junio. En esta oportunidad también se realizó la presentación y distribución de la publicación “Palabra Tomada” en su tercer y cuarta edición. La misma se edita a modo de acompañamiento pedagógico a la enseñanza de literatura en las escuelas, con el objetivo de fortalecer la formación de los docentes como mediadores culturales en el entorno literario.
Conocida por textos como “Amigos por el viento” (2007) y “El Perro del peregrino” (2013), Liliana fue protagonista de la última edición donde abordó el rol de los docentes en la selección de textos curriculares para sus alumnos. La escritora considera esencial la figura de los profesores para lograr prácticas de oralidad en la que los niños se conformen en el “derecho a la metáfora”.
Los docentes y organizadores del evento cuestionaron el papel actual de las instituciones escolares en la práctica de lectura del niño: “La literatura infantil es uno de los ámbitos donde las sociedades tramitan los temas centrales o neurálgicos. Aún así, hasta no hace mucho tiempo, la sociedad pensaba la literatura para niños y jóvenes al modo platónico, porque parecía coincidir con el filósofo en su desconfianza o condena del arte como enemiga de la verdad y generador de simulacros. Se enojaba mucho Platón con el arte (ríe)”, cuenta Liliana.
“La literatura está en mano de los que escribimos y mediamos”.
La autora recordó que “hasta no hace mucho tiempo leer era considerado como cosa de mujeres, de vagos, de viejos, de enfermos”. Reflexionó: “Me atrevo a decir que hay una pervivencia, y no poca, de esta visión. Hay ecos de Platón en la concepción real que la sociedad tiene de la literatura para niños y jóvenes”. Aún así reconoce que sería injusto ignorar que hay cada vez una mayor apertura en la mirada sobre este tipo de literatura.
Por ello reconoce el rol de los profesores y maestros en la selección de textos que definitivamente “enamoren” a los alumnos, como fundamental ya que “esa pasión del docente le puede sumar al texto ese plus que puede filtrarle en calidad literaria”. Entonces, la propuesta estética del texto queda en mano de los mediadores y los escritores, no de las editoriales e instituciones.
Es así que la literatura infantil y juvenil cumple un papel esencial en el reconocimiento de los niños de situaciones actuales, como el divorcio por ejemplo, ya que “va permitiendo, muy de a poco, que entren estas cuestiones a medida que la sociedad las va aceptando. De a poquito se siente crujir ese esqueleto porque le cuesta mucho”, afirmó Liliana.
“Lo grave es perder la misma curiosidad”
En la motivación de la lectura de los niños mediante los talleres y espacios brindados dentro del colegio y las bibliotecas, la literatura fantástica tiene un rol cada vez más importante como inicio de la experiencia del lector. En ello Bodoc es especialista, dado que ha sido reconocida como representante latinoamericana de las sagas fantásticas con “La Saga de los Confines”. Por ello reconoce que a la ficción para niños “se le puede pedir que los apasione (…) que los maraville, que los deslumbre, que los asuste, que los haga reír, que los conmueva”.
Liliana se cuestionó acerca de “cuánto necesitamos entender que el dato enciclopédico está bien y es necesario, pero que la gran revolución de la educación pasa por comprender que hay que proporcionarle a los chicos mucha más sabiduría emocional”. Sin embargo, reconoció que “estamos empezando a ver que este paradigma de que una sola manera de conocer, de esta idea de que sólo lo racional, sólo el método científico, sólo el análisis, sólo la decodificación metodológica de la realidad es lo que sirve para la vida, se está cayendo por todas partes y que trabajar sobre la inteligencia emocional de nuestros pibes, es ya a esta altura bastante urgente”.
El cambio de paradigma supone, entonces, tomar los textos más desafiantes, aquellos que cuestionan productivamente las experiencias de los lectores y “ponen en jaque” sus previsiones. Para ello, los participantes se comprometieron a partir de la confianza en las posibilidades imaginativas de los estudiantes, en su capacidad para manejar lo novedoso, para construir y pensar mundos posibles.