¿Qué están dispuestos a hacer los candidatos para alcanzar el poder? Expertos analizan el caso.
Por: Agostina Scagliotti. Estudiante ECI UNC
La personalización del poder que se dio en las últimas décadas significó un vaciamiento político e ideológico de los partidos políticos. Además, la teoría de que hoy se elige al candidato por sus valores provocó el abandono de la discusión de las ideas en favor de ver quién es el mejor dirigente.
Cada candidato tiene una personalidad que lo hace destacar del resto y la imagen “se confunde con aparecer en una foto en el periódico o en el afiche de turno, sin mensaje, sin contenido. Hay acciones articuladas que necesitan ser pensadas más allá del día a día”, asegura Mario Riorda, consultor en estrategia y comunicación política para gobiernos y partidos en América Latina.
En relación a esto, Luis Dall’aglio, director de la consultora Delfos, Opinión Pública e Investigación de Mercado explica que: “el lanzamiento es el último momento táctico de una estrategia de campaña. Es la cumbre de un proceso político organizado en equipos de gobierno, que han definido y estudiado las necesidades, demandas de la población y sobre eso se han imaginado respuestas, soluciones y propuestas”. Luego se va acomodando el perfil del candidato “sobre la base del tono de la campaña y la circunstancia que estén viviendo los electores de la sociedad”.
Impresioname que me gusta
El marketing político que aplican las campañas en la actualidad se destaca en su esencia para intentar apelar a la emocionalidad del electorado o tratar de impresionarlo. “Votá con el corazón”, “Metamos un cambio”, Miguel del Sel insultando en los spots por la gobernación, De la Sota en los móviles de Este es el Show, Walter Wayar haciendo Dubsmash y bailando, son casos que representan la nueva estrategia para intentar captar votos.
“Hay situaciones que podés generar, como el baile del salteño, Wayar, que concite la atención y puede ser desde un lugar como la ridiculez, la novedad, o lo que sea. No quiere decir que construya consentimiento para que te voten. Cocines tiramisú un día o muestres tu perro, es solo la construcción de un momento de atención. No predispone a que te voten” dice Dall’aglio. “Puede servir como una estrategia de marketing para promover la candidatura, porque hoy todo el mundo sabe quién es Wayar. El que sea de manera ridícula capaz que es el costo político que está dispuesto a pagar para darse a conocer que, de otra manera, le hubiera salido mucho dinero. Después de todo esto, hay que ver cómo sigue su campaña. Si él estructuró esto y posteriormente propone un momento de seriedad para contarte cuál es su propuesta, esta etapa tiene una utilidad para él. Pero si todo eso empieza y termina en el baile… queda en acto de soberbia más que de ridículo”.
Aparentemente no hubo predisposición de voto y las urnas de las PASO salteñas fueron fulminantes para Wayar, porque luego de mostrar sus“movimientos” políticos, le dieron “un baile” en la elección.
Invertir o no invertir, esa es la cuestión
Es de público conocimiento que preparar una campaña electoral requiere de grandes inversiones de dinero. Lanzar un candidato poco conocido genera un gasto mayor para intentar posicionarlo. Al respecto, Eugenia Monti, Lic. En Comunicación Social y asesora de prensa en la campaña de Carolina Scotto enfatiza que se generan menos gastos de campaña si la personalidad ya tiene una trayectoria pública fuera de la política.
“El contacto con los medios, los actos de campaña, reuniones, recorridos, y otras acciones que se suman y hacen sinergia para construir al candidato son los recursos utilizados para darlo a conocer”, afirma Monti. Aparecer en la agenda de los medios y generar eventos de interés para el público le permite un escenario al político mostrar su discurso. “En una campaña, cuando se discuten tus ideas, se puede decir que cualitativamente vas ganando. Eso después tiene que transformarse en la cantidad de votos” explica Dall’aglio.
Riorda nombra “pseudoacontecimientos” a los hechos construidos por el político, donde interesa no tanto la realidad que muestren, sino el merecimiento de convertirse en noticia y se caracterizan por ser planeadas para introducirse en la agenda, inducirla y reproducirse. “No sé si sirven, pero sí son necesarios. Es un modo de transformar la política en asunto publico cotidiano para el consumo de los ciudadanos”
Para finalizar, el director de Delfos reflexiona que existen proyectos de poder, electorales y políticos. De todos, el electoral es el más débil y el político puede ser un camino hacia la construcción de poder. “Pero es el proyecto de poder lo que va a dar el cimiento para gobernar y todo se ordena y estructura entorno a quien lo tenga”, insiste Dall’aglio.
Sin embargo a la hora de la campaña no se cuestiona tanto la ideología ni la capacidad de gobernar. Ante la falta de un proyecto de poder, se pone en juego la imagen del candidato, inversiones económicas y la legitimidad que alcanzó hasta ese momento. No se puede conservar uno de estos elementos sin perder otro para cimentar un lugar en la política. Sabiendo esto candidato, ¿cuál elige usted?